Hay veces que esperas tanto algo, que lo idealizas... y cuando lo consigues te das cuenta que no era lo que pensabas. Y no esperas que las cosas empiecen a ser como nunca han sido, y acabas siendo tú el que se aleja.
Las oportunidades surgen, no se fuerzan. Hay, simplemente, que no dejarlas pasar. Y no intentar recuperar lo que, ya fuera de lugar, no tiene sentido.
Ahora puedo contradecir a un filósofo que, sin llegar a serlo, me dijo un día "que lo que nunca termina de empezar, nunca termina de acabar". Es bonito, pero no real.
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